By Sofi.
Nunca fui muy fanática de los chupetes. Al menos de día. Hace rato (meses o quizás años ya!) que no uso el chupete de día. Eso sí, cuando estoy muy cansada o para dormir, ese pequeño objeto se convierte en mi mejor aliado. Junto con el trapito obvio. Vienen en combo. No existe uno sin el otro. Siempre fueron "tito-tete".
El tema es que hace unos días que mi "tete" empezó su desgaste natural. Ya viene medio baqueteado el pobre, y mamá decidió no comprarme uno nuevo. Claro, a esta altura, "más vale esperar a que se rompa del todo y definitivamente lo tire" pensaba ella. Y eso fue lo que pasó. O parecido.
Resulta que la vida de mi chupete llegó a su fin. Se partió al medio. Literalmente. Y ya no lo puedo usar ni siquiera partido, porque no me da el largo para mantenerlo en la boca. Ni siquiera alcanzo a apretarlo con los dientes.
Entonces? Momento oportuno para abandonarlo! Parece que, según me contó mamá, se fue al "País de los chupetes", donde están los chupetes de mamá y papá cuando eran chicos, los de mis tíos, los de mis primos, etc. Y me gustó esa idea.
Al principio no estaba convencida, incluso un par de noches le robé un chupete a una muñeca, pero finalmente me decidí, y pasó la primera noche. Después la segunda. Y así sucesivamente.
Señores, me recibí de anti-chupetera. Ya no lo uso más. Ya no lo necesito. Eso creo! ;)
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